Una conversación en medio de una llovizna cambió por completo la vida de Romina Chelen. Al regresar a Chile tras varios años en Europa, el contraste fue inmediato: la cantidad de personas viviendo en la calle la impactó profundamente. Fue durante un paseo con los perros de una amiga en Ñuñoa cuando conoció a Felipe, un hombre que dormía en una precaria estructura hecha con ropa de cama, que se empapaba cada vez que llovía. Este vínculo fue el origen de Trici-Hogar, una fundación que hoy propone una solución innovadora, humana y sostenible para personas en situación de calle: refugios móviles construidos sobre triciclos.
El inicio de Trici-Hogar
Romina relata: “Yo venía llegando de Suiza, donde no se ve gente viviendo en la calle, entonces tenía la mirada mucho más sensible”. Felipe le comentó que si su casa tenía ruedas, la municipalidad no se la votaría. Romina grabó a Felipe explicando su idea y lo compartió con sus amigos. En una semana, ya tenían un triciclo-refugio construido. Esta experiencia marcó el inicio de un proyecto que busca convertirse en una alternativa real para quienes hoy habitan rucos.
Estructura y funcionamiento del proyecto
Romina explica que “fue tan orgánico y tan necesario lo que hicimos, que sentí que tenía que escalar esto y darle un marco profesional”. Actualmente, está armando la fundación con la ayuda de voluntarios, expertos y amigos que se han sumado sin pedir nada a cambio.
El proyecto se estructura desde una Casa Central, que operará como sede de construcción de triciclos, centro de atención y espacio para acceder a servicios básicos como alimentación, duchas, lavandería, barbería y apoyo psicológico. También ofrecerá acceso a tecnología para realizar trámites, buscar trabajo y reconectar con redes personales. Cada triciclo se entrega en modalidad de arriendo simbólico, manteniendo la propiedad en manos de la fundación. Están equipados con GPS y, mensualmente, voluntarios realizarán visitas a terreno para verificar su buen uso.
Objetivos y sostenibilidad del modelo
Romina aclara: “Este no es el final del camino, es un puente hacia una vivienda definitiva. Queremos que los beneficiarios valoren lo que reciben, por eso todo tiene un pequeño costo, que permite también dar sostenibilidad al modelo”. El primer triciclo fue construido con fondos recaudados entre amistades. Actualmente, Romina busca alianzas con empresas y municipios para llevar el proyecto a gran escala.
Ella menciona: “No es barato hacerlos, pero tampoco es imposible. Por eso estamos trabajando con un equipo técnico para estandarizar el diseño y presentarlo a instituciones que puedan apoyar”. Para Romina, el impacto va más allá de la estructura física. “Un ruco se moja, se desarma, lo botan. El triciclo permite moverse con dignidad, proteger tus pertenencias, y hasta generar ingresos si lo usas para vender cosas. No es definitivo, pero es un primer paso”.
Estado actual del proyecto
En la actualidad, el proyecto se encuentra en etapa de formalización y difusión. Aunque por ahora solo se ha construido un triciclo-refugio, el objetivo es claro: crecer, replicar y visibilizar. Romina expresa: “Mi sueño es tener una Casa Central funcionando, que otras regiones lo adopten y que la sociedad entienda que estas personas no son invisibles. Lo que proponemos es simple, pero puede cambiar vidas”.